jueves, 4 de septiembre de 2014

Jesus: ejemplo de amor


Si a lo largo de la historia de la Humanidad ha existido un claro ejemplo de amor a Dios, y de amor hacia el prójimo, ha sido sin lugar a dudas el de nuestro bondadoso Señor Jesucristo.

«Y salió Jesús (no permaneció recluido en un monasterio) y vio una gran multitud (es necesario una observación de nuestro contexto social), y tuvo compasión de ellos (a la acción le precede la misericordia), porque eran como ovejas que no tenían pastor (la realidad de nuestra Humanidad perdida, es que no tiene pastor); y comenzó a enseñarles muchas cosas (la labor para que vuelvan al rebaño es principalmente de guía pastoral)» (Mr. 6:34).

Aquí es preciso señalar que sólo el amor de Jesucristo es capaz de producir cambios radicales en nosotros, y también en los que nos rodean. Aquel que tiene a Cristo en su vida, y por lo tanto ha experimentado la compasión, está llamado, como resultado natural, a mostrar un corazón compasivo hacia los demás. Y, reflexionando sobre el versículo leído, ¿cómo pensamos que es la mejor manera de hacerlo? Pues como cita el texto: «Y salió Jesús» a buscar a las ovejas perdidas.

Sobre este ejemplo, advertimos que no todos los cristianos somos evangelistas. Pero, sin embargo, también es cierto que cada uno de nosotros estamos llamados, de una forma u otra, a dar testimonio de nuestra valiosa fe evangélica. De esta manera, la expresión del amor de Dios hacia nuestros semejantes se traduce, primordialmente, en el deseo de que los perdidos encuentren la Salvación.

La realidad es que gran parte de nuestra sociedad se halla extraviada del camino verdadero, y por ello necesita encontrar una guía que le oriente en la dirección correcta. Con tal vocación encauzaba su servicio nuestro buen Pastor. Y también admitimos que todos los cristianos, de alguna manera, deberíamos de colaborar en este preciado ministerio.

Según cita la Escritura Sagrada, la voluntad general de Dios reside en que el hombre venga al conocimiento de la Verdad. Y, como consecuencia, no podemos decir que amamos al prójimo y al mismo tiempo dejamos que ande desorientado, cual barco que se pierde a la deriva. Nos preguntamos, con cierta contradicción, por qué nos cuesta tanto dar testimonio de nuestra salvación, y asimismo indicar a los demás dónde se revela el camino que lleva a la vida. Tal vez ocurre que nuestro amor al prójimo esté mal orientado, o hayamos pasado por alto el visible ejemplo de Jesús.

Nuestro buen Pastor salió en busca de las ovejas perdidas para indicarles el camino... ¡hagamos nosotros lo mismo!

«...entre tanto que él despedía a la multitud (pastor cercano y accesible a la gente). Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar (labor de intercesión pastoral)» (Mr. 6:45,46).

Después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, los discípulos enseguida subieron a la barca, apresurados seguramente para ir a descansar. Al mismo tiempo, notamos que Jesús se quedó para despedir a la multitud, ofreciendo su cordial saludo en la despedida, y demostrando así su amor cálido y fraternal. A continuación, y como era habitual en él, se fue al monte a interceder en oración al Padre celestial: muestra de su verdadero interés por la multitud.

Volviendo a la enseñanza del texto, no olvidemos que el «saludo cordial» es el acto de inicio en la mayoría de las relaciones personales, donde va a depender, en gran medida, la impresión que los demás tengan de nosotros, y por consiguiente de nuestro testimonio cristiano.

Amor incondicional fue el que Jesús nos manifestó de forma clara y fehaciente. Ahora, entendamos bien el concepto de «amor a Dios», ya que el amor que no se muestra de manera horizontal (hacia los demás), es porque no contiene verticalidad (hacia Dios). Teniendo presente el modelo del buen Pastor, resulta una grave contradicción amar a Dios y a la vez ignorar a nuestro prójimo. Y si es cierto que el cristiano ama al prójimo, efectivamente tendrá que demostrarlo, así como también lo hizo Jesús.

Valoremos adecuadamente el concepto de amor, porque si éste se expresa solamente en la teoría, bien podemos asegurar que no es el verdadero amor de Dios. De hecho, no se puede concebir un cristianismo en el plano de la mística particular, sin que haya unas implicaciones de carácter social, donde nuestro amor al prójimo se evidencie de forma concreta. Aprendamos del ejemplo de Cristo, pues no existe manera mejor para comenzar a poner en práctica el amor de Dios, que ofrecer mediante «el saludo» una prueba amable de nuestro afecto fraternal. No tenemos excusa alguna, el buen Pastor nos dio el ejemplo, y por lo tanto también todo discípulo de Jesús debe expresarse amigablemente, brindando sin reservas un trato afectuoso a los demás: «él despedía a la multitud».

Siguiendo el modelo bíblico, busquemos así el vínculo de cordialidad fraternal en las relaciones interpersonales, donde nuestra forma de expresión, agradable y cercana, muestre los valores fundamentales del Reino de Cristo. 

La demostración de nuestro amor al prójimo, es la medida de nuestro amor a Dios

Tomado de: http://portavocesdevida.org/el-ejemplo-de-jesus-en-la-vida-cristiana/jesus-el-buen-pastor

Jesus modelo del hombre


Ciertamente cada uno de estos personajes tiene algo que decirnos y enseñarnos. (Uno por uno se intenta encontrar alguna cualidad). Sin embargo todos esos personajes tienen grandes defectos. (Se pueden nombrar los defectos) Los que somos cristianos, los que seguimos a Jesús tenemos la suerte de haber conocido una verdadera persona. Una persona que fue totalmente persona. Es un hombre que vivió como verdadero hombre. Un modelo y un ejemplo para todos. Ese hombre es Jesús, el hijo de María, el que vivió en Nazaret, allá en lo que hoy es tierra de disputas y peleas entre los israelitas y los palestinos. Ser cristiano es ser como Cristo. Ser cristiano es querer parecerse a Cristo. Ser cristiano es preguntarse a cada momento ¿qué haría Cristo en mi lugar? Conocer a Cristo supone leer los Evangelios. En los cuatro evangelios, de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, está escrita la vida de Jesús. Un cristiano que no lee la vida de Jesús, es un cristiano a quien no le interesa Jesús. ¿En dónde se me explica la vida de Jesús? En la Biblia, en la catequesis y en la Misa. Por eso si como cristiano nunca vas a misa, difícilmente podrás ser buen cristiano. Al rato las maneras de ser y de pensar de los artistas, de los locutores de la tele, de los deportistas, será tu manera de pensar. Ya no tendrás los pensamientos del hombre Jesús, al rato ya no tendrás los actos y los hechos de Jesús. Al rato ya estás aquí de vuelta, y por lo mismo. En cambio si aquí te esfuerzas en conocer, en amar y en servir a Jesús, te preparas bonito para tu primera comunión y para vivir feliz toda tu vida. Pon a Jesús en el corazón de tu vida. 

Jesús, el ejemplo de valor por excelencia



En vista de que estamos rodeados por un mundo corrupto, debemos ser valientes para no contaminarnos con sus actitudes y conductas. Enfrentamos muchas presiones sociales, morales, económicas y religiosas que podrían alejarnos de Jehová. Numerosos cristianos sufren la oposición de sus familiares.
En muchos países, las instituciones educativas promueven con gran insistencia la teoría de la evolución, y el ateísmo gana cada día más adeptos. Si queremos protegernos y resistir la presión, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos actuar. El ejemplo de Jesús nos enseña cómo podemos vencer.
Jesús les dijo a sus discípulos: “En el mundo están experimentando tribulación, pero ¡cobren ánimo!, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Él nunca se dejó influir por el sistema de cosas. Nunca permitió que este le impidiera cumplir su comisión de predicar o lo hiciera rebajar sus normas morales y espirituales. Tampoco nosotros podemos permitirlo. Al orar a Dios, Jesús dijo de sus discípulos: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo” (Juan 17:16). Si estudiamos el ejemplo de Jesús y meditamos en él, tendremos el valor necesario para mantenernos separados de este mundo. 

Jesús: ¿Ejemplo o sacrificio?



Algunos creen que Jesús vino para mostrarnos cómo vivir una vida recta, y es innegable que Él es nuestro máximo ejemplo de rectitud. Debemos llegar a ser como Él, pero esa no es la razón por la que Jesús vino. Él vino a la tierra para poder morir como el sacrificio substitutivo plenamente suficiente que hace propiciación por nuestros pecados.
Si Jesús no hubiera venido para morir, no habría crucifixión ni resurrección. El Nuevo Testamento nos confronta reiteradamente con este mensaje: Cristo murió por nosotros. Jesús vino para que usted y yo pudiéramos tener vida eterna mediante el perdón que Él provee.
Si usted está buscando perdón con base en sus ruegos, sus promesas y sus actos, usted se quedará en sus pecados. Sólo si acepta el sacrificio de Cristo, podrá usted recibir la plenitud del Espíritu vivificante de Dios.


Tomado de: http://encontacto.org/recursos/lecciones-de-principios-de-vida/la-paz-con-dios/jesus-ejemplo-de-vida

Jesús como ejemplo de vida



Como se observa en la biblia, Jesús se le da el nombre de ”mesías”, hijo de Dios, el cual fue mandado a la tierra para cumplir lo propuesto por Dios, para guiarnos por el camino del bien, para enseñarnos a perdonar, a perseverar, a ser bondadosos, justos, prudentes, respetuosos, tolerantes, honestos, humildes, fuertes, a tener templanza, a obrar por el bien común, hacer obras de caridad, nos trajo la esperanza, entre otras virtudes y valores. También nos trajo el perdón de nuestros pecados, nos dio la opción de arrepentirnos, de mejorar como persona y cambiar nuestros errores.

Al ser mandado a la tierra, el también experimento lo que es ser humano, paso por muchas adversidades, deseos, entre otras cosas, pero él supo enfrentarlas, supo llevar las cosas con sabiduría. Enseñándonos, que aunque estemos en difíciles circunstancias, tendremos la opción de proseguir, de perseverar, de levantarnos y seguir nuestro camino, de perdonarnos y de perdonar, de cambiar y de renovar.

También nos trajo el amor, nos enseñó a amarnos tanto como a nosotros mismos, como al prójimo y a Dios. Nos enseñó la verdad y con todos sus actos podemos observar que el siempre actuó de manera correcta y justamente, siempre fue integro, lleno de un sinfín de valores y virtudes, siempre tuvo Dios en su corazón, fue razonable y creyente. Hizo milagros, fue salvador de la humanidad, guía, maestro, etc… Por esto y muchas más razones a Jesús se le considera un ejemplo de vida.

Karen Julieth Vesga Vesga